La osteoartritis, a diferencia de tantas otras enfermedades, es un diagnóstico clínico. Debido al hecho de que la mayoría de los diagnósticos de la enfermedad son de laboratorio, las muestras de sangre a menudo se dibujan antes de que un médico ponga los ojos o las manos en el paciente. Un ejemplo perfecto de esto es el paciente de la sala de emergencia.
Cuando un paciente se presenta a una sala de emergencias, son evaluados por un profesional de la salud que no es médico. Sobre la base de las respuestas del paciente a las preguntas de rutina, a menudo la enfermera de triaje ordena los análisis de sangre básicos que se ejecutan mientras el paciente espera a ver al médico. Dado que la osteoartritis es un diagnóstico clínico, el estudio comienza con la historia clínica del paciente, seguido de una descripción completa de la queja actual y luego procede al examen físico del médico.
Normalmente se toma una radiografía, no para hacer el diagnóstico, sino para descartar cualquier otra enfermedad o trastorno con síntomas similares de presentación como la artritis psoriásica o reumatoide.
Ahora bien, hay un componente inflamatorio de la sintomatología, sin embargo, la principal estancia de tratamiento es no farmacológica. Hay numerosos medicamentos anti-inflamatorios en el mercado, tanto por prescripción y sin receta médica.
La estancia principal para la terapia es no farmacológica. Esto incluye terapia física, terapia ocupacional y aparatos biomecánicos. El objetivo final es ayudar al paciente a reanudar o continuar con sus actividades típicas.
La terapia física está dirigida a la corrección de los impedimentos y las discapacidades de los movimientos en las articulaciones afectadas en particular. También tiene como objetivo promover la movilidad previa o deseada, la capacidad funcional y un retorno a la calidad de vida previa.
La terapia ocupacional está dirigida a enseñar al paciente cómo desarrollar, recuperar y mantener la vida diaria previa del paciente y las habilidades de trabajo. El terapeuta ocupacional trabaja con el paciente para adaptar su entorno a sus necesidades. Ayudan y enseñan al paciente a modificar sus tareas diarias a las restricciones actuales de sus articulaciones.
Varios dispositivos ortopédicos y protésicos, a saber, férulas y tirantes, se pueden utilizar para tratar tanto el dolor articular como la inestabilidad.
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